Como una chica que asiste a una escuela de nubes, Noe Valdez en “Grabaciones de campo”, enumera trayectos en colectivo, casas embrujadas, fantasmas que accionan música o programas de dibujo, entre muchos otros motivos que asisten a su mundo para intentar desnudarlo a nuestros ojos.
La fantasía parece concentrarse en sus visiones, entre psicodélicas y lúgubres: recuerdos de un amor, de unos amores contrariados, ver cómo explota una burbuja de cerveza en el aire, y otras tantas representaciones de la ilusión y el porcentaje. La poesía siempre está desapareciendo de la página para construir su imagen irreal sobre la vida. Anáforas, como en el poema en el que llora en la ducha, en la cocina, en la pista de baile. Anáforas multiplicadas, infinitas, que portan el sentido de lo que se quiere trasmutar: oro en polvo, pequeñas líneas de oro dibujando la silueta de una poeta que corre rumbo al amanecer.
Este libro es como un ejercicio de antropología de la vida cotidiana, que enumera y describe los lugares y los estados de ánimo que va atravesando.
¡Qué linda que es la colección de poesía de Socios Fundadores! Qué hermoso es tener sus libros en la mano, recorrerlos con los dedos y ver las tapas ilustradas siempre por artistas tan geniales como Juan Tessi, que le da a este libro un marco y una espesura de la que cuesta despegarse, aunque igual lo hacemos, para volver a adentrarnos en esta selva rítmica como lo haríamos en una pileta de natación llena de lágrimas.
Francisco Garamona