El protagonista tiene los elementos de la épica: la mezcla de desorganización y valentía, de torpeza y milagro. El estudio de la dilación y el fraseo ocasionalmente dilecto no ocultan que este es el libro de un devoto de lo nuevo, que por amor a la invención caminaría con los tobillos quebrados. Lo ayudan en su cruzada (hecha de luchas fugaces y puramente mentales, de las más difíciles) los sentimientos de amistad y un engolamiento apocado, curtido en la ciudad.
Claudio Iglesias
Este libro es buenísimo porque propone una escritura clásica para el futuro. En el momento opaco de su lectura se vuelve indistinto de la realidad. En el momento justo, cuando se encuentra su secreto claro, se parece al pordetras de una biografía. Es un libro que ayuda a pensar con imágenes. Facundo tiene una escritura extravagante, honda y precisa. Se ríe de la literatura romántica para defenderla y pegarle la vuelta. Cada relato pone de manifiesto lo que sabe el que camina, porque aprende de la amistad, del alimento, de las señales aburridas del capitalismo y de tantas otras vicisitudes que solo se dan cuando las cosas de la vida se cruzan con la sensibilidad de Facundo, que deja registro. De la energía de estos textos parte la relación ejemplar e imperfecta entre el arte y la vanidad. Lo demás es la novela pura de un mundo chato que elige ni mirar.
Juan Laxagueborde